Veo en silencio

y siento dormir eternamente tu grandeza.

Imborrable e interminable

luce tu huella como el mismo cosmos.

Ahora eres como fuiste o serás siempre,

dormirás debajo de la tierra,

y tocando las estrellas estarán tus obras

por su magnificencia.

Duerme, duerme y sigue durmiendo,

ya no esta tu piel,

se ha desvanecido en los solitarios huesos,

o tal vez quisiste grabarla para su perpetuidad

en la inspirada decoración de tus vasijas.

Ya no pude ver tu sonrisa, se quedó en el tiempo,

si sólo me olvidara de pensar

y mi concentración abriera sus muros,

lograría escuchar en el eco de tus templos,

tu vos de ayer.

¿Y tu mirada? ¿Es esa que hoy me mira?

¿se quedo perdida en la selva,

o al estudiar las galaxias

la esculpiste en ellas?

Pero creo que se la quedó el cielo

cuando construías el tiempo mirando a las estrellas.

Hoy la tierra te desentraña,

muchos siglos después

que dicen que el tiempo ha pasado

y pasaran dos mil quinientos años más

y entonces la tierra volverá a desentrañarte

porque eterno será tu legado.


En la oscura temple
de tu espíritus dormido
miro la aurora
del fuego encendido
que dejaste eterno,
hombre tiempo,
hombre historia.

Errante revolucionario,
asesino de dictaduras,
médico de naciones esclavizadas.
Poeta de libertad.

Despertar de sueños
embrutecidos,
revolucionarios de
rebaños engañados,
hijo del mundo,
guerrillero heroico,
alumno de la Sierra Maestra.

Hombre nuevo
que cada día vuelves a nacer.
Usurpado en playeritas
de plebes ignorantes
o consigna de terroristas
disfrazados de revolucionarios.