Veo en silencio
y siento dormir eternamente tu grandeza.
Imborrable e interminable
luce tu huella como el mismo cosmos.
Ahora eres como fuiste o serás siempre,
dormirás debajo de la tierra,
y tocando las estrellas estarán tus obras
por su magnificencia.
Duerme, duerme y sigue durmiendo,
ya no esta tu piel,
se ha desvanecido en los solitarios huesos,
o tal vez quisiste grabarla para su perpetuidad
en la inspirada decoración de tus vasijas.
Ya no pude ver tu sonrisa, se quedó en el tiempo,
si sólo me olvidara de pensar
y mi concentración abriera sus muros,
lograría escuchar en el eco de tus templos,
tu vos de ayer.
¿Y tu mirada? ¿Es esa que hoy me mira?
¿se quedo perdida en la selva,
o al estudiar las galaxias
la esculpiste en ellas?
Pero creo que se la quedó el cielo
cuando construías el tiempo mirando a las estrellas.
Hoy la tierra te desentraña,
muchos siglos después
que dicen que el tiempo ha pasado
y pasaran dos mil quinientos años más
y entonces la tierra volverá a desentrañarte
porque eterno será tu legado.