Miré usté. ¿Usté conoce a “Quique pacha”? Es bolito que se mantiene chingando en el parque, hombre. Gueno, pues fíese que me lo encuentro un diya y me contó que una noche que haciya un frío hijo del máiz (así se dice en provincia), comenzó a tocar el portón del convento, y tocaba y tocaba, hasta que salió una monjita y le dice… Qué le pasa hombre de Dios, por qué toca el portón. ¡Hay! Santa monjita, aquí hace demasiado frío. Y qué puedo hacer yo, hijo mío. Entoes dis que le dijo el Quique Pacha… Déjeme entrar a dormir al corredor santa monjita. Pero eso es prohibido, señor. La monjita se entro enfadada y el Quique siguió chingando el portón, cada vez con más juerza. Salió nuevamente la monjita y le dijo… Sólo por que sé que usted no esta en sus cinco sentidos y no va dejar de molestar, por más que le explique, entre pero se está quieto.


     El Quique entro lentamente, pero más tardo en entrar que en seguir chingando. Como había vido dónde estaba el cuarto de la monjita, le jue a tocar la puerta. Y ahora qué quiere ingrato, le dijo. Santa monjita es que aquí también hace muchísimo frío, me quedaré en los pies de su cama, como un perro guardián. Pero esto es una pesadilla, no puedo creer tanto atrevimiento. Dijo la monjita llena de coraje y se entro somatándole la puerta en la cara al Quique. De tanto que seguía jodeindo lo dejo entrar la monjita, diciéndole… Entre, se acuesta en los pies de la cama y estése quieto como si juera un muerto. La monjita se acostó, pero tardo más en acostarse que el Quique en seguir chingando. Santa monjita monjita, por favor déjeme dormir a la par suya le prometo que estaré quieto como un muerto. ¡Santísimo Dios! Usted está loco. Por más que se asombraba la monjita de las ocurrencias de el Quique. Se dio por vencida. Ya en la cama dice el Quique Pacha que le dijo… Santa monjita, ¿qué es esto? Son las santas chiches, hijo. Ay, santa monjita ¿Qué es esto? Es el santo ombligo, hijo. Luego… Ay santa monjita, ¿qué es esto? Es la santa llama, hijo. Entoes dis que le dijo el Quique… Ay, santa monjita, ¿será que no puede asar este mi chorisito?

La raza Maya
escucha lo que dicen los pájaros sabios,
cuando se apaga el sol
y oye hablar a los árboles en el silencio de la noche
y a las piedras doradas por la luz del amanecer.

Pero un día la colonización
trajo al Nuevo Mundo
la riqueza patológica,
epidémica y pestilencial.