PRESENTACIÓN DE LA NOVELA "ENTRE LIBROS Y FUSILES"



Esta es una invitación a la presentación de esta novela y por eso comparto coin ustedes el prólogo.





     En enero de 1980, Guatemala iniciaba una de sus más trágicas décadas.   El conflicto armado interno estaba en su periodo más álgido; en el que el apoyo de las masas populares, sería más manifiesto y en especial los grandes grupos juveniles del estudiantado.

     Sumido en una de las peores crisis económicas de mi familia, decido estudiar medicina apoyado por el admirable valor y entusiasmo de mi papa y la inmensurable abnegación de mi madre.  Llegue a un lugar en donde en las paredes se pintaban las reflexiones más profundas que siempre llevaré en el alma: “No al ejército asesino”, “no a las masacres del pueblo”, “no al atropello del imperialismo”...  Pero jamás pude ver con desprecio el heroico sacrificio de mis padres y nunca me atreví a descuidar el proyecto iniciado.  Tres años después me uní en matrimonio y al nacer mi primer hijo, la vida me encadenó en el maravilloso compromiso.

     Vi caer a mis compañeros, aquellos valientes, aquellos inocentes.  Sentí el frío mortuorio de su ausencia, fue cruel ver el pupitre vacío.  Vi arder aquellos cuerpos, acusados de orejas, vi el odio ensombrecer la razón y vi la razón mancharse de sangre.  La suela de mi  zapato  se pintó de sangre aquella trágica mañana del 14 de julio de 1980, cuando los grupos obscurantistas de siempre decidieron masacrar la ciudad universitaria asesinando cobardemente a muchos inocentes.  Aquella mañana vi en el pavimento los sueños apagados de muchos compañeros,  y arrastré la frustración para algún día deshacerme de ella.

     En diciembre de 1984 es abandonado el cadáver vilmente torturado, de mi cuñado Rudy Figueroa, líder sindicalista y universitario, y no era para menos, enfrentarse a la fiera asesina era un suicidio.  Las grandes masas de intelectuales que condenaban el atropello a la libertad y pregonaban por la justicia social y la justa distribución de la riqueza eran vistos como vulgares comunistas radicales, peligrosos para la oligarquía y el imperialismo, por lo que rápidamente lanzaban contra aquellos al feroz aparato represor.  La “madre universidad” pagaba con lo más granado de la intelectualidad académica, o eran asesinados o morían sentimentalmente en el exilio; porque para nadie el exilio pudo ser vida.

     Durante las experiencias docentes con la comunidad, experiencia inolvidable que debo a la universidad, ya que por medio de ésta práctica se fueron formando los principios básicos de una plena consciencia del porqué somos lo que somos y cuáles podrían ser las alternativas de solución.  Aquí enmudecimos, al ver de cerca la profunda pobreza en la que viven grandes sectores de la población.  Pero esto tan sólo sería la punta del iceberg, pues en el ejercicio  profesional supervisado la realidad fue más cruda, al ver el abandono y la marginación de grandes masas de indígenas.

     A ésta visión preliminar se aunó la admiración por el valor, el espíritu revolucionario y verdadera ideología libertaria, de las grandes masas de estudiantes y catedráticos; que chocó brutalmente con la frustración posterior, al conocer la traición y usurpación de muchos de los incitadores a la participación, de esos que en las postrimerías de la firma de la paz se dijeron excombatientes y que después estuvieron y están hartándose en la misma mesa de los verdugos de los mártires, que ellos mandaron a la lucha  y así mismo a la muerte.  La cobardía  de estos mismos, que significó, incitar a una lucha sin tener la estrategia bélica mínima necesaria y al evidente abandono de las masas populares de apoyo y al desdén del holocausto indígena, conclusión ésta que se toma de las crónicas escritas.

     En las experiencias anteriores se justifican algunas razones que me inspiraron a escribir la presente obra, obedeciendo las otras a la falsa imagen que regímenes usurpadores y traidores hicieron de la teoría comunista.  El aprovechamiento del imperialismo para sembrar el odio a través de guerras injustificadas, fuera de la razón y atentatorias a la democracia y la civilización; en una paranoica lucha contra el comunismo, difamado y calumniado, así como desconocido en su realidad y esencia por las mayorías. Cuando simplemente se trató de disfrazar el verdadero propósito que fue el defender sus intereses económicos.  Al oportunismo de grandes sectores de la sociedad, que vieron la forma idónea de manifestar su resentimiento social, cegados que la misma revolución, es lucha y sacrificio; porque muchos que hoy tienen, lo deben a su esfuerzo.  Al morbo criminal reprimido y que buscó éste conflicto para su manifestación en los dos bandos.

     Al racismo, causa fundamental de nuestro abismal atraso; porque aun mantenemos la herencia cruel de nuestros conquistadores, manifestada en la exclusión social y la intolerancia, envenenada mortalmente por una marcada enajenación, que nos hace desconocer nuestros rasgos físicos, fieles reflejos de nuestro verdadero origen.  Esos desventurados que no aman a su patria ni a su cultura. 

     De ninguna manera pretendí redundar en moralismos y romanticismos vanos; tan sólo quise exaltar la importancia de los principios morales y el amor, así como la consideración de la mujer como elemento fundamental en la sociedad moderna,  y en una forma modesta honrar aquellas a quienes les tocó o viven la salvaje brutalidad del machismo.  Porque creo que fue la madre la principal protagonista de aquellas jornadas de lucha, pues en los hogares de tantos estudiantes revolucionarios, siempre existieron las canas afligidas y las lágrimas de una madre que esperaba con desesperación y angustia el regreso del hijo.

     La poesía es una conducta moral, el poeta debe escribir como piensa y vivir como escribe”, citaba Miguel Ángel Asturias y siendo la poesía la abstracción profunda de la consciencia, he manifestado un marcado sentimiento poético en éste trabajo, citando a algunos autores y poemas de mi autoría.
    
     “Entere Libros y Fusiles” pretende ser, un modesto homenaje a todos los mártires caídos y a todos los revolucionarios con una ideología profunda y verdadera. A mis hermanos estudiantes, románticos y valientes, vencedores  de utopías, porque para los que amamos a la patria siempre existirá la esperanza de verla algún día reír en la lozanía de la libertad. Al deseo de deshacerme de la  frustración, que he dicho que arrastro, por no haber podido luchar junto a ellos y que al escribir estas páginas siento haber podido liberarme de ella.  Para usted amigo joven, una invitación a conocer el pasado, para que así el futuro no vuelva a ser tan lóbrego y oscuro, como las tristes épocas citadas en ésta novela.  Quise expresar mi opinión sobre la teoría comunista, a la que comparo con la verdad, pues ambas son inmortales,  porque sólo    las mentes ignorantes pueden tratar de falsa o inoperante a  una teoría que nunca ha sido experimentada en su esencia real.  Sobre el sistema capitalista, fiera salvaje que se alimenta de la lucha de clases, pero en su cosecha sólo ha obtenido los más deleznables productos, el terrorismo y el narcotráfico.  Continuando con el encarcelamiento de la humanidad y condenándola a la violencia, al hambre y  a la miseria.  Además, busca hacer una crítica reflexiva a la ortodoxa, a su pasado sombrío y a su actual afán de materializar la ve y a la vileza que muchas veces se ve, cuando se pretende comercializar con la fe y la espiritualidad de la sociedad.  En ningún momento esto es el reflejo de  mi inclinación comunista, a la que se acusa de ser una doctrina atea.  Solamente quiero decir que se puede llevar una vida espiritual muy rica sin adherirse a cánones artificiales y caprichosamente inventados por el hombre en su afán de materializar lo que no se puede materializar.
    
     Y finalmente a mi amada Universidad de San Carlos de Guatemala, un modesto tributo de admiración y agradecimiento y a quien siempre tendré la pena de honrarle.  Imposible sería ocultar mi amor a Guatemala, a quien siempre le he dicho: “Tengo 43 años de estar muerto y seguiré muerto, ¡mientras te sigan matando todos los días!

El autor